miércoles, 25 de enero de 2012

LAS CIGÜEÑAS


Hoy mirando en internet encontré este video, que aunque la voz no es de Adolfo, si el contenido y la foto de las cigüeñas, además te recuerda a tí Manolo, me hizo ilusión y he querido ponerlo en el blog. Manolo ¿lo habías visto tu?



NOVELA

OBRA GANADORA DEL 1er PREMIO INTERNACIONAL DE NARRATIVA
FRANCISCO HERRERA LUQUE.
La ilustración de la cubierta es un detalle de " El jardín de las delicias" de EL BOSCO.
Los pecados sobre la mesa es un libro que trata de combatir los pecados,a la vez que invita a cometerlos. El juego equívoco ejecutado por Adolfo Carreto se vale de una escritura precisa e implacable, para demostrarnos que son muy frágiles los límites entre el bien y el mal.Se vale de una figura singular en la plástica, como Hieronymus Bosch, llamado El Bosco, quien jugó también a una doble trampa entre la santidad y el erotismo, entre la belleza de la luz y la belleza de las tinieblas, en un universo poblado de ángeles y serpientes. La gula y la ira, sobre todo la lujuria, como diría Rimbaud, planean en estas páginas con desusada soberbia, para envidia de los perezosos de la imaginación. Pocas veces una escritura había reconstruido un universo histórico volviéndolo vida
activa, circunstancia de hoy, palpito y proyección de la época convulsionada de los Borgia en una manifestación actual de nuestras mismas pasiones y nuestros mismos defectos. Adolfo Carreto nos ha puesto un libro sobre la mesa y un reclamo sobre el corazón. Como el Bosco, se lanza a las monstruosidades, no le teme a lo impúdico,no esconde la carroña de aristócratas y jerarcas de la Iglesia, dice con claridad los juegos del instinto y las dotes de la inteligencia, se mueve en las intrigas, trepa, con soberanía, en los mejores momentos del amor arbitrario y prohibído, y justamente por eludir las prohibiciones, esta novela se carga de sueño y veracidad, de locura y raciocinio, de expectación y desarreglo. Importante ejercicio de un escritor que nos devuelve el siglo quince a nuestras horas cercanas, porque el ser humano siempre seguirá cometiendo cualquiera de los siete pecados capitales, con la aspiración de ser redimido, tarde o temprano, como demonio piadoso o ángel derrotado.
Texto de contraportada.: Adriano González León.